Carta al Diácono José Vázquez

Querido hermano José:
Te saliste con la tuya otra vez. Te fuiste sin decir adiós, sin darnos la oportunidad de decirte cuanto te queremos. Pero está bien, probablemente tu tenias la razón al decir que no hacen falta palabras cuando el sentimiento es sincero.

Te voy a extrañar, aunque ya te extrañaba, debido a la situación en que nos puso esta pandemia y ya no nos podíamos vernos pero nuestras últimas conversaciones estuvieron buenas aunque siempre con diferencias de opiniones pero era así como yo sabía que estabas bien. La última vez que hable contigo y te pregunte como estas y me dijiste como siempre: “aquí en la brega”. También me dijiste que estabas pensando retirarte de la Iglesia porque al fin ya no tenías cosas que hacer debido a los cambios que había en la parroquia. Pero no me imaginé que te ibas a retirar tan lejos.

Fuimos compañeros en el camino de la vida por muchos anos, compartimos planes, proyectos y sueños. Conocimos muchos lugares lejanos y enigmáticos que tuvieron que ver con personajes y acontecimientos importantes en la historia de la humanidad. Me costó trabajo convencerte que me acompañaras en esa aventura pero una vez que te convenciste de que valía la pena, porque así eras tú, agarraste vuelo y tu le seguiste porque yo tenía que ocuparme de acompañar a los demás diáconos. Tú viajaste más que yo y conociste más lugares importantes como Egipto y China pero seguiste fiel al compromiso que nos habíamos echado con la Asociación Nacional de la cual tú fuiste clave importante. Fueron 30 años en las Conferencias de ANDH y las Peregrinaciones de Aviatour. Viajamos a tu tierra y convivimos con tus raíces y tu familia, después, viajamos a mi tierra y convivimos con mis raíces y mi familia y eso nos acerco mas.

En fin, hermano, tu ya cumpliste, fuiste un hombre justo, no eras muy espiritual pero te preocupabas por la gente, te interesaba el bien estar de las personas y no soportabas las injusticias. Siempre dijiste lo que creías aunque eso incomodara a la gente. Te va a extrañar mucha gente porque siempre fuiste amable y atento con ellos y la gente se regocijaba al verte porque le ponías buena cara al mal tiempo.

Sabes una cosa, éramos diferentes pero teníamos varias cosas en común: nos gustaba la música sobre todo la música de los tríos y los boleros del pasado, nos gustaba una buena taza de café y conversar de todo, nos gustaba organizar cosas para los demás y aportar ideas para resolver los conflictos que se presentaban. Nos gusto viajar juntos y compartir lo poco o lo mucho que había, convivimos con mucha gente mientras organizábamos las conferencias y los viajes porque teníamos que hacer contactos y firmar contratos, tú eras el que negociaba y yo era el que mantenía los acuerdos, por algo fuimos contadores los dos.

Ve en paz hermano José, cuando llegues a tu destino final, el Señor te dirá, “ven a descansar porque fuiste buen siervo y cumpliste en lo poco y en lo mucho” Ahora a ti te toca pedir por nosotros para que el Señor tenga misericordia en nuestro actuar que aunque es con buena intensión a veces podemos fallar en nuestra ignorancia. Señor dale a José un lugar de luz y de paz.

Tu amigo, Diácono Enrique Alonso,
Asociación Nacional de Diáconos Hispanos, Estados Unidos.